Yo tenía nueve años.
A esa edad ya tienes héroes. Sí, es cierto que España nos había traicionado, y había hecho un mal papel. Con todo lo que nos habíamos ilusionado... Además, estaba Satrústegui, y Zamora, y Arconada. Yo era todos... pero perdimos.
El partido final. Alemania e Italia. Alemania como siempre, mal juego, dureza, mecánica, y a la final. Italia como siempre, rácana, suertuda, marrullera, y a la final.
Íbamos con Italia, ¿te acuerdas? Por Pertini, supongo. Amigos, Pertini no jugaba. Ni siquiera era el entrenador. Pertini, lo supe entonces, se había fugado del campo de detención en que a la mañana siguiente a su huida lo iban a fusilar los fascistas. Era un superviviente. Y tú lo admirabas, porque los que sobreviven son los verdaderos héroes.
Y marcó Alemania. El alma a los pies. La máquina aplastaba a los artistas. Sí, rácanos, marrulleros, pero artistas capaces de hacer magia con una simple pelota. Él era un segundón, ¿te acuerdas? E Italia empató, oh! qué emoción! Pertini se levantó, porque él volvía a resistir, ese buen anciano, a sus noventa años, de pie, alborozado junto al Rey, que le agarraba, intentando guardar las formas. Qué sabrías tú, Juan Carlos, de la sutil venganza de Pertini, con aquellos chicos en camiseta azul, a los que vería como a sus partisanos.
No era un partido de fútbol.
Y ya la memoria se me va, en "La Imagen". Ya no sé si fue el segundo, o el tercero de Italia. Creo que el segundo, pero no me importa. No me molesto si quiera en comprobarlo. Porque yo aún vivo en esos ojos tuyos desaforados, en tu mirada extraviada, en tu Imagen: Recibes la pelota, luchas con tu cuerpo, recibes la carga, la muralla alemana te cae encima. Caes al suelo. ¡El estadio grita!
Aún te mueves, estiras tu pierna, empujas la pelota, y GOOOOOOOOOLLLLL!!!!!! La pelota ha entrado! Ha entrado!! Papá!! Entró, entró!! Y Pertini salta!! Salta, Sandro, como cuando saltaste la verja de espino! Salta!
...pero tú estás inmóvil. Apenas pareces vivo. Y entonces surge el Azul: Te levantas, como izado por una bandada de ángeles. Levitas, como levita una chica enamorada, y estallas, estallas en un grito interminable mientras corres como en el vacío, con la mirada extraviada, y tus brazos corren por ti, y tus ojos, tus inolvidables ojos de héroe, nos han salvado.
Gracias, Tardelli, por un día de gloria para un niño.
¿Te acuerdas?
DANIEL I LA REALITAT
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Parlàvem fa poc un amic i jo de la frustració que suposa per a alguns egos
tornar a casa.
Eixe, -com vaig llegir una volta al respecte del cantant Michel...
Hace 3 años
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