jueves, 26 de febrero de 2009

El humo ciega mis ojos


Le he dado demasiadas vueltas a esta entrada. Así que va como salga, es lo mismo.

Me planteé el asunto desde la ironía, sobre todo. Pero no me saldrá bien, y por eso renuncio. Lo que es seguro es lo del "demasiado": Cuando ves que por muchas vueltas que le des, sientes que cada nuevo enfoque no lo va a decir mejor que los anteriores.
Pero salir, tiene que salir. Me lo manda la ansiedad... y esa parte de mí que hizo un blog para irla soltando hecha palabras.

Y ya! Creo que esa es la clave. La ansiedad. Puesss... la expresión pura de la frustración.
Y vuelvo a uno de mis molinos favoritos. Vereis, es que le doy muchas vueltas a todo (y direis: "¿y quién no?"), y de nuevo tocamos la tecla: La frustración es ley de vida... Yo creo que sí. Que frustrarse, mucho o poco, es inevitable. Igual que responder a ella con ansiedad. Que una forma de "madurar", en fin, de "dejar de ser un niño", es la de acumular ilusiones no satisfechas que nos frustran.

Pero, después de dos párrafos, ¿de qué va esta entrada? Pues de cómo nos deshacemos de la ansiedad. A mí me ha dado por lanzar tiros libres, ya ves tú. Soy afortunado. Voy juntando ansiedad por la suma de pequeñas y grandes frustraciones diarias, como todo hijo de vecino, pero mi fortuna está en tener, de vez en cuando, horas y un lugar bonito donde estar a solas, intentando no pensar... peeero.

A veces el tablero es como una ventana, o como una pantalla (uhmm... es lo mismo) donde voy viendo las imágenes de mi ansiedad. Y fallo el tiro. O entra. Depende de si lanzo a conciencia, o mecánicamente. Y claro, como siempre intento encontrar verdades y soluciones en todo lo que hago y en todo lo que me sucede, me vuelvo a casa (aparte de con más intrigas de las que me traía), preguntándome si es así con todo: Si la solución está en la mecánica, en no pensar, en hacer sin dudar.

Y es jodido, no creais. Porque ya se ve venir la paradoja: La frustración de ser consciente se resuelve con algo mucho más frustrante: Descubrir que se sufre menos siendo mecánico, siendo inconsciente.
Y sí, lo veo, no soy más "sano" por lanzar tiros libres, pero me jode mucho, pero mucho, que me toquen el bolsillo para tratar la enfermedad de quien eligió deshacerse de su ansiedad chupando nicotina, secándose el hígado, empastillándose o quemándose el paladar. Y seré borde, políticamente incorrecto, y al menos, honesto: He tenido suerte, pero no tanta. La sociedad no es la culpable.

Va, venga, no caeré en la cantinela de las grandes multinacionales tabaqueras, la cultura del vino, los jóvenes sin ideales, o frases grandilocuentes como "el sistema busca y procura seres dóciles, y los indóciles se marginan ellos mismos... suicidándose despacito, pero eso sí, ¡porque son libres!"

¿Es simplemente eso, el precio de ser libres?: ¿El derecho de ser gilipollas?. Por información no será.

jueves, 19 de febrero de 2009

Amigos para siempre




Aviso del autor: Esta entrada no trata sobre los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Oí muchas veces sobre los solitarios. Solían ser hombres serios, y normalmente enfadados. Enfadados con todo el mundo, y a todas horas. Cascarrabias y mal encarados. Por eso se dice de ellos que tienen cara de pocos amigos...

A mis 36 y medio yo soy una persona de pocos amigos. Pero no soy serio ni estoy enfadado. Aunque entre la coraza infranqueable y una cada vez más superada timidez (tengo un blog! guauu, qué avancee!)... He pensado por temporadas en eso, y llego a conclusiones curiosas, y asociaciones también curiosas.

Creo que tiene que ver con la soledad. Recuerdo haberle escuchado a Antonio Gala (mis fuentes son insondables) que los anglosajones saben apreciar con más matices los beneficios de la soledad, y por eso distiguen la solitude de la loneliness. Por distinguirlas, la primera es la deseada, la valorada, la que se busca.
Pensando en eso, he recordado leer a algunos bloggers reflexionando acerca de esa soledad: más o menos asumida, aceptada, resignados, conformados... eufemismos. Entre lo que yo vivo y lo que leí, creo haber podido sacar un par de cosas en claro.

Lo primero es una premisa. Y es que nadie se reconoce en una situación en la que no quiere estar... incluido yo, claro. Así que cuando decimos que la soledad en la que vivimos es más "solitude" que "loneliness", a nuestros ojos así será, y de nosotros dependerá apreciar lo que vean otros puntos de vista, los de esas personas que nos quieren... esos... amigos!! (no me salía).

Bueno, sarcasmos aparte, porque todos los consejos del mundo no servirán para evitar que al final hagamos lo que nos dicen las tripas (nada de corazón, aquí romanticismo nada, que es una emergencia), para el caso es igual tener muchos amigos o pocos, porque la gran mayoría suelen ser conocidos. Y uff, hay tal escala de grises...
Lo difícil es definir "amigo".

Y de eso trata esta entrada. Como yo tengo pocos, les llamaba amigos, cuando son más que nada conocidos amables. Quizás por inflar, por el sonrojo de asociar pocos amigos a mal carácter, y permitir el prejuicio de extender una imagen errónea de mí. (Malditas apariencias!)
El caso es que si tomamos a un amigo por alguien que lo sabe todo sobre ti y aún así quiere tu compañía, yo sólo tengo un amigo.

Y la verdad, prefiero que no sean muchas las personas que lo saben todo sobre mí (esto suele pasar cuando uno no está especialmente orgulloso de su camino andado). De modo que sólo no estoy, así que no puedo hablar de la soledad con pleno conocimiento desde mi experiencia. Y si me pusiese a escribir, divagaría, y haría generalizaciones.

Después estuve pensando que en realidad casi nadie dirá que tiene muchos amigos si se atiene a la definición tan restrictiva que propongo. Y no es por nada, sino porque a ver, por el "macgyveresco" comodín de la "supervivencia sentimental o emocional" (que, insisto, algún día definiré), ¿quién en su sano juicio será completamente transparente para más de una persona... de cada vez?

Los tímidos, los acomplejados y los miedosos, ni nos lo planteamos! Sólo llegamos a hacer entradas de blog, claro.

lunes, 16 de febrero de 2009

El Verano del Amor

A Rosa, la parte que me inspiró leer a Estoliana.

Cuando oí este verso en la canción de Amaral pensé un poco, y me salió recordar. Recordé los veranos cuando tenía 14 años, año arriba año abajo, y estaba enamorado como nunca uno vuelve a estarlo, pero claro, en ese momento no lo sabe... y sí, visto desde ahora se ve como que por aquel entonces la sensación de fuego en el cuerpo va a acabar por consumirlo a uno envuelto en llamas de ansia, garganta seca de deseo, labios secos implorando besos mojados, y manos eléctricas envolviendo curvas.

Y esa permanente punzada en el pecho, que nos limita el aire, y acelera los latidos.

Y han ido pasando los sanvalentines, y a medida que vas encontrando palabras para explicar el impulso, te vas haciendo mayor. No necesariamente más viejo, pero sí te curtes. Porque vas coleccionando noes y adioses. Y agravias y decepcionas tanto o menos de lo que recibes. Y esto no me lo esperaba... y yo no quería llegar a esto... y te cruzas con otros sueños rotos, y ya nadie es novato en esto.

Y la gente que te rodea, y la gente a la que vas conociendo, también viene curtida. Y cuando la prevención, las pinzas, el pisar de puntillas, el medir las palabras, agotan la ilusión y el encanto se vuelve desencanto, y el ángel se queda desangelado, ya ves el final del camino.

Da igual los rodeos que des, porque lo sabes. Sabes que tardes más o tardes menos, cualquier tarde de éstas llegas.


A Estoliana, la parte que me inspiró leer a Rosa.

Y es ese sentirse curtido, un poco retornando un camino, el que nos quita niñez, y a veces llegamos a pensar que jugar es para los niños, y que no queda niño dentro de nosotros. Pero yo no me siento acabado. Y tantas frases hechas hay en la derrota como verdades en la euforia. Para mí no es otra cosa el estar enamorado. Y es cierto que con la frecuencia son las cursiladas y las ñoñerías las que se quedan por el camino, pero eso no desmerece la calidez del fuego que se enciende pertinaz una y otra vez, terco y obediente al soplo del viento.

Si es verdad que ser libre pasa por sentir siempre ansia, vive al día, y deja la nostalgia de lo que no pudo ser secarse al aire y al sol. Y cuando vuelva ese viento del que hablé (porque siempre, siempre vuelve) prenderá fácil la llama.



Y al fin, al Amor, por San Valentín.
Que te diviertas.

domingo, 8 de febrero de 2009

De Ballenas y Hombres


Hay 88 constelaciones según la tradición. Una de ellas lleva tu nombre. De modo que eres una más entre los dioses.
Los antiguos, mucho más conscientes de su pequeñez ante los seres de la Naturaleza que las gentes de hoy, te veneraban. El Sol, la Luna, las estrellas, el Día, La Noche, el Rayo, el Trueno, la montaña, el río... el Océano.

Imagino con curiosidad esa época en que los humanos nos ganamos ese nombre por, entre otras cosas, necesitar trascender. Me encanta la Historia, la Prehistoria, la Paleontología. Y una de las cosas que más me atrae es conocer detalles sobre cuándo y cómo fuimos llenando de mitos nuestra existencia.

Es como si nuestras primeras explicaciones sobre qué somos hubiesen consistido en anular nuestra capacidad de ser libres, sometiéndonos al capricho de fuerzas superiores, que debían poseer conciencia propia. Hubo una época en la que incluso algunos animales merecieron también tal consideración: El mamut, el oso, el león... y tú.

Uno de los libros de enseñanzas más antiguo que recoge la tradición de la que procedemos contiene un relato especial. Este relato es una alegoría sobre la identidad, la conciencia de lo infinito, la Muerte, la Fe, preguntas esenciales del ser humano, sobre mil cosas... sobre ti.

No puedo negar que te admiro. Quizás te hayamos sobrevalorado, por la fascinación que ejerces aún en cada nueva generación. Sólo puedo hablar por mí cuando pienso que ese valor que te otorgo está en la paz que me inspiras. Es como si tu inmensidad, y el misterio del lenguaje en que te expresas, y la sencillez de tu vida, y tu don para jugar, y... tantas cosas que identifico con una existencia pacífica y feliz, fuesen un reclamo invencible para crear un vínculo perfecto contigo.

Es como si con cada salto, con cada canto, con cada juego, estuvieses enseñándome el camino. Como un maestro que no sabe que lo es, y ofrece respuestas esenciales sin siquiera saberlo, porque le basta con ser como es.

Eres lo que haces.

jueves, 5 de febrero de 2009

Otra de cine, y van...

La Línea de Sombra (The Shadowline) es una novela corta de Joseph Conrad que describe con apuntes autobiográficos la extraña y compleja relación entre un capitán y su segundo, a través de la voz de éste último, a bordo de una nave en escenarios exóticos. Además, no se narra en tiempo presente, sino mediante recuerdos de juventud, de modo que el lenguaje es utilizado por Conrad con maestría para expresar mediante palabras lo imposible de separar con nitidez lo sucedido realmente de las impresiones que conforman esos recuerdos.

Esa línea de sombra, difusa, borrosa, se extiende y atrapa no sólo a los recuerdos, sino al propio mecanismo de la mente, de tal manera que lo no hablado, lo sospechado, lo intuido, aquello que se teme, lo aparente, se impone a lo real, y la novela va introduciéndonos progresivamente en una inconsciencia de pesadilla, en una incómoda incertidumbre como la de quien está soñando pero no lo sabe.

La duda, la sospecha ante las intenciones y los motivos del capitán, conducen a su segundo por un laberinto de recelos, desconfianza, navegando por la frontera entre la verdad y la mentira, lo real y lo imaginado, la percepción y la alucinación, que nos llevan como lectores por un camino no marcado.

Leí La Linea de Sombra a los 21 años, y tiempo después me sentí empujado a releer pasajes, sin resolver incertezas anteriores.
Años antes yo ya había estado en contacto con esta historia, aunque no lo supe hasta después de haber leído la novela.

No reconocí la historia porque su aspecto estaba muy bien camuflado dentro de una película de ciencia-ficción de 1979. La atmósfera indefinida, carente de nitidez, el miedo y la sospecha materializados en ruidos metálicos distantes, en miradas de reojo, en explicaciones a medias, en jadeos de angustia huyendo a ciegas por corredores oscuros con luces intermitentes y chorros de gas, la incomunicación a través de emisiones de radio entrecortadas e imágenes llenas de interferencias... en fin, mil detalles que convertían en lenguaje cinematográfico las palabras geniales de Conrad que yo aún no había conocido... y todo, por los rincones de una nave espacial llamada "Nostromo", que es el título de un relato de intriga de... Conrad.

Los guionistas Ronald Sushett y Dan O'Bannon se unieron a un director de videos musicales llamado Ridley Scott y al dibujante y maquetista suizo H.R. Giger, coetáneo del creador de comics futurista y cyberpunk francés Moëbius, para crear una obra maestra. Un relato complejo que daba cuerpo a la pesadilla de la imaginación, que crea monstruos. Un monstruo de diseño fálico al que enfrentar a un héroe femenino, agregando así un elemento más a la complejidad de la historia.

Una historia de miedo. Del miedo, del terror atávico a la noche, a los sueños, la oscuridad, la selva, a los monstruos imaginados en la niñez, a lo que no somos nosotros = lo ajeno = alienus = Alien.

Genial.

domingo, 1 de febrero de 2009

La gente está zumbada*... ... ¿La gente está zumbada?... ... ¡¡La gente está zumbada!!

¡¡Qué fortuna!! ¡¡Qué don!! Vivir esta época que me ha tocado... ¡Albricias! Juasjuasjuas.

Perdonadme, a los que os dé por leer esta entrada, por tanto entusiasmo sarcástico. Es que me puede el asombro por todo lo que se despliega ante mis ojos en el universo blog.
Me ha hecho pensar, y mucho. No sé ni por dónde empezar. Se me ocurre que por lo de la mística:

Estuve pensando en que no inventamos el surrealismo, pero somos unos maestros en ello. Podemos estar orgullosos de nuestra cantera inagotable de monstruitos y atracciones de feria de los que hoy día tanto provecho saben sacar las televisiones privadas.

Ahora, como inventores, de lo mejorcito que nos ha salido es la mística y la ascética. Y hombre, no es que San Juan de la Cruz, Santa Teresa ni Fray Luis de León hayan sido moco de pavo. Pero, honestamente, donde esté un buen blog llamado "Sidérea Fluctuación de Eones", o "Universo de Plenitud Lunar", "Armonía Sebácea", "Desde la Orilla de mi Percepción Extrasensorial Cósmica", "Cíclopes Miopes" o "Loto Errante sobre Fondue de Salmón", quítame allá esos vivo sin vivir en mí, ni qué quedeme y olvideme/ la frente recliné sobre el amado, ni qué ocho cuartos! ¿No somos el país de Karina? Pues que se note. H&S naufraga.




Un poquito de por favor.
Sé de corazón de la necesidad que tenemos las personas de convertirnos en personajes para poder aceptarnos por completo. Sé del valor que tiene un blog como una nueva herramienta para ser libres, para expresarnos libremente... a cara tapada. Sé de lo ideal que resulta un blog para que podamos ser lo que querríamos, y no lo que por desgracia acabamos siendo a los ojos ajenos... o sea, lo que parecemos, pero ni siquiera somos.

Pero seamos justos. Paremos un momento el carro y hablemos un poco sin careta. Por ejemplo, a ver, tú, "Enigma del Congrio Errante", cuyo nombre es Marta Núñez Corregidor, auxiliar administrativa en una empresa de embalajes reciclables. Me pregunto ¿dónde, y cuándo, fue exactamente que la vida te decepcionó de tal manera que necesitaste el primer chute de mística?

No sé. Será esto lo que llaman "alienarse". La realidad es un asco, y entre engrosar la lista que nos convierte en el primer consumidor mundial de cocaína o construirnos un mundo aparte, demos gracias a Microsoft (ummm... ¿tengo que pagar por poner Su Nombre aquí?) por inventar el blog que nos mantiene lejos de la muerte blanca. ¡Hasta podemos ser artistas!
¡¡Tiembla, SGAE!!

He visitado unos cuantos blogs desde que me decidí a tener una vida paralela a "la otra". Y estoy entre fascinado y espantado de los niveles de "misticismo" que pueden alcanzarse entre entradas y comentarios. De estos últimos, los que más me fascinan y me espantan son los que adoran, reverencian, veneran, endiosan, camelan, pelotean descaradamente, en fin.

En los blogs, más o menos místicos, he encontrado (y juro que no me tengo por Gulliver ni similar) una necesidad hasta delirante de aceptación, de sentimiento de inclusión y pertenencia, complejos de culpa e inferioridad a mansalva, complejos de salvador camuflados con presuntos salones de té del reino de los testigos... personas actuando como ovejas en rebaño, corifeos... y siento que es como un océano de males de cabeza, caladero inagotable para psicólog@s, sociólog@s, antropólog@s .... y demás estudios@s del comportamiento humano, individual y en grupo.

Y pienso ¿encajo en alguno de esos males? Seguro! Pero ¿tengo que encajar necesariamente en alguno? ¿no es posible que haya algo positivo en el universo blog?

Me parece que cuanto más místico, menos probable.


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