- ... y me fui dando cuenta de que sucede siempre. Y no tiene pinta de parar: Como no hay dos personas iguales, es imposible evitar esos típicos malentendidos por dar por hecho que el otro hará lo que nosotros haríamos. Y ¡plaf! no lo hace.
- ¡Justo! Y es verdad que no hay remedio que lo impida... así que más vale asumirlo. Y me dirás: ¿Qué entiendes tú por "asumirlo"? Y yo te diría: "Hombreee, asumirlo es reconocer que el otro es libre de sorprenderte. Cómo decirlo... A ver, que cada cual tiene sus ideas sobre en qué consiste la confianza, palabra mágica, y que cuanto más pones de tu parte para completar los "huecos" en los que no conoces al otro, más fácil es que haya un malentendido, por mucha confianza que exista".
Ya sabes. Aparecen los "no me parece normal", los "no sé si esto va para alante o para atrás", "me desconciertas"... cuando precisamente tú no has hecho nada con la intención de desconcertar a nadie.
- Ya. Y los "el que te entienda, que te compre", y "déjalo, no pasa nada, si no te voy a comprar"... Pues a eso iba. Que al final, es como si fuera una cuestión de tiempos. De ritmo. Uno está más acostumbrado que otro a profundizar en menos tiempo, con menos "material" disponible, por decirlo de alguna forma.
- No. Yaa, a ver, sí. Pero no sólo es por cosa de ritmos. Me refiero a que no todo se tiene que reducir a una suma de datos en un plazo de tiempo. Para mí son muy importantes los estados de ánimo, o sea, que como no estás siempre del mismo humor, unos días estás más comunicativo y otros menos. Y el otro está ahí, a piñón fijo, y eso hace que la confianza... como si menguara, como si hubiera recelos. Pero no tiene que ser nada personal contra esa persona en particular, sino que te sientes lejos de todos, como si lo buscases. Y el otro nunca sabe si quieres estar aislado para que te vengan a buscar, o porque en realidad no deseas compartirte con nadie. No sé.
- Buenoo... eso de que el otro está a piñón fijo... ya ves, cada uno es de su madre y de su padre...
- ¡O no!
- ¡JAJAJA! Yaaa, como lo de Martes y Trece, ¿no?: Elijo yo, que el hijo es mío. Tuyo, no sé, pero mío, sí.
- Sí, eso. Pero en serio, que por eso es tan difícil. Entre los ritmos, los estados de ánimo, la distancia y los horarios... menudo panorama.
- ¡Qué cuadro, señores, qué cuadro! En fin...
- ¡Justo! Y es verdad que no hay remedio que lo impida... así que más vale asumirlo. Y me dirás: ¿Qué entiendes tú por "asumirlo"? Y yo te diría: "Hombreee, asumirlo es reconocer que el otro es libre de sorprenderte. Cómo decirlo... A ver, que cada cual tiene sus ideas sobre en qué consiste la confianza, palabra mágica, y que cuanto más pones de tu parte para completar los "huecos" en los que no conoces al otro, más fácil es que haya un malentendido, por mucha confianza que exista".
Ya sabes. Aparecen los "no me parece normal", los "no sé si esto va para alante o para atrás", "me desconciertas"... cuando precisamente tú no has hecho nada con la intención de desconcertar a nadie.
- Ya. Y los "el que te entienda, que te compre", y "déjalo, no pasa nada, si no te voy a comprar"... Pues a eso iba. Que al final, es como si fuera una cuestión de tiempos. De ritmo. Uno está más acostumbrado que otro a profundizar en menos tiempo, con menos "material" disponible, por decirlo de alguna forma.
- No. Yaa, a ver, sí. Pero no sólo es por cosa de ritmos. Me refiero a que no todo se tiene que reducir a una suma de datos en un plazo de tiempo. Para mí son muy importantes los estados de ánimo, o sea, que como no estás siempre del mismo humor, unos días estás más comunicativo y otros menos. Y el otro está ahí, a piñón fijo, y eso hace que la confianza... como si menguara, como si hubiera recelos. Pero no tiene que ser nada personal contra esa persona en particular, sino que te sientes lejos de todos, como si lo buscases. Y el otro nunca sabe si quieres estar aislado para que te vengan a buscar, o porque en realidad no deseas compartirte con nadie. No sé.
- Buenoo... eso de que el otro está a piñón fijo... ya ves, cada uno es de su madre y de su padre...
- ¡O no!
- ¡JAJAJA! Yaaa, como lo de Martes y Trece, ¿no?: Elijo yo, que el hijo es mío. Tuyo, no sé, pero mío, sí.
- Sí, eso. Pero en serio, que por eso es tan difícil. Entre los ritmos, los estados de ánimo, la distancia y los horarios... menudo panorama.
- ¡Qué cuadro, señores, qué cuadro! En fin...
5 comentarios:
Si que es complicado, síps; como eso de intentar conocer a alguien, que por estas tierras anduvo, mediante sus escritos, cuando, sobretodo si son cartas, es un hecho que un estado anímico, normalmente subterráneo, lleva a la gente a escribir... y de ahí se saca que fulano sea, pareciera, depresivo, un triste, vamos; y nada que ver con la realidad... ¿La realidad de quién?
Pienso ahora en esa gente que tacha de "loca" a la woolf, porque hacia los setenta años, con Hitler y un marido judío y la sombra de otra crisis decidiera meterse en el río...
Baaaaah, conocer, conocer, qué será eso... iba a decir tu nombre, pero sólo sé el espejo.
besos de espejo
Muchas gracias por este sustancioso comentario, AntWaters. Y mira, justo como tengo problemas para mostrar a la Pfeiffer, aprovecho tu visita y la cambio por estos dos que, Jude Law mediante, nos alegrarán las respectivas vistas... espero!
Abrazos de resurrección del tercer día.
Hay veces que no entiendo para nada lo que hacen mis colegas, pero me da igual. Otras veces (quizás incluso más), ellos no me entienden a mí. Mientras nos respetemos... Dicen que sabe más el loco en casa propia que el cuerdo en la ajena.
Por cierto, esa imagen es de Breaking and entering, no? La vi en el cine. El argumento era bueno, pero el conjunto se me hizo un poco pesado.
Besos!
Hola Cris! Eso es, justamente: La sabiduría popular siempre lo deja todo muy claro, yyy...
en cuanto a la peli, pues no la he visto. Escogí la foto por los protas, pero con este Minghella me llevé un palo con El Paciente Inglés. Creo que este señor no lleva muy bien el "conceto" del ritmo narrativo.
Coge una historia extraordinaria y la hace un peñazo. Quizás se creía David Lean, pero a éste sólo Peter Weir se le acerca.
"Y el otro nunca sabe si quieres estar aislado para que te vengan a buscar, o porque en realidad no deseas compartirte con nadie"
Cuando tengo la impresión de que es lo primero, al principio me entristece, luego me da una miajita de rabia y finalmente me cansa.
Es como lo de Pedro y el Lobo, y mi primera impronta es ir a ver qué pasa, a ver por qué esa persona se hace la huidiza, no sea que realmente no tenga los ánimos suficientes para salir a buscar ayuda (o compañía).
Pero A través, hay tantos casos de ronroneo y de búsqueda de mimis que uno al final se cansa, pagando justos por pecadores. Y quizás el cansancio llegue cuando más falta hacemos, pero ¿y si ya estás agotado?
Lo que tú dices, ritmos distintos, tempos distintos. Acoplarse anímicamente es difícil.
También puede que te escondas para que vengan a buscarte y termines sintiéndote a gusto y prefieras quedarte así, en tu burbuja de aislamiento, cuando meses antes sólamente fue una llamada de atención al resto del mundo, de tu mundo.
Y eso, entonces te buscan y como que ya te da igual, y no lo aprecias como lo hubieras hecho tiempo antes, y es cuando viene ese saborcillo amargo...
Y me parece que me lié, pero si no lo hiciera, no sería yo.
B7s
Publicar un comentario