Nada. Que voy a destripar la frase "Las personas no cambian".
Esta frase nos la suelen decir nuestros mayores. Y por "mayores" me refiero a toda persona que haya vivido una situación antes que nosotros (aunque pueda ser más joven en edad, y supuestamente haya reflexionado sobre ella) cuando quieren hacernos ver que perdemos el tiempo si pensamos que vamos a "modelar" a los demás a nuestro gusto.
Hombre, desde mi punto de vista, a esa verdad le salen unos cuantos matices. Me pregunto si podré hablar de todos ellos con un poco de organización...
Lo primero que mi experiencia me dice es que las personas no cambian... si ellas no quieren. Luego sí pueden cambiar. Así que la frase mejor debería decir "no puedes cambiar a las personas, si ellas no quieren hacerlo". Y sucesivamente, de aquí salen también otros matices.
Por ejemplo, no cabe duda de que quien realiza el cambio, en una costumbre, en una actitud, en varias relacionadas... quien lo ejecuta, es la propia persona. Es obvio. Pero... os habreis fijado cuántas veces escuchamos "me has cambiado", "antes de conocerte, yo era de otra forma" y cosas así. Sin meterme en profundidades, lo de atribuir algo que tenemos por mérito a alguien a quien apreciamos, aparte de modestia mal entendida, es un puro acto de cariño: Hacerle partícipe hasta llegar a convertir en operador del cambio a otro, cuando lo habremos hecho nosotros mismos.
En fin. Conozco casos cercanos en los que hubo quien comenzó feliz y embargado por la magia de las afinidades, de lo compartido, y terminó harto de sentirse mangoneado por su ya ex.
Y a esto es a lo que voy. Me arriesgo y lo digo: No hay una sola relación personal, tenga la etiqueta que sea, que no lleve aparejada una cierta tensión entre lo que cada uno es para el otro y lo que cada uno querría que el otro fuera realmente.
Me refiero a que lo más infrecuente en las relaciones es que cada uno acepte al otro como es, y que en el balance diario, semanal, mensual, el que sea... que hagan de su relación, encontrarán siempre aspectos del otro que preferirían que encajasen más con su criterio.
Esa tensión deriva siempre en conflicto, ya que empiezan las comparaciones, las frustraciones por no encajar, el "¿por qué no te pareces más a mí?" (cuando en realidad pensamos "por qué no te pareces más a lo que yo creo que deberías ser, a lo que yo quiero que seas").
También es posible que decidamos cambiar algo de nosotros aunque nunca lo hubiéramos visto como un problema, un generador de equívocos o malentendidos. Algo que nos conduzca a que los demás interpreten nuestros actos, nuestras palabras, como cargados con intenciones que realmente no tenemos.
A ver. Cuidado. No es que tengamos que cambiar por el criterio ajeno, en contra del nuestro. Si así fuese, caeríamos en la situación inicial de reproches y manipulación. Lo que digo es que puede ocurrir que otro, razonadamente, y con ejemplos en la mano (situaciones anteriores idénticas o muy semejantes), nos argumente que nuestro derecho a ser como somos colisiona con unos resultados que nos prejudican. Que una actitud nuestra no dice de nosotros lo que nosotros creíamos que decía.
Y para alguien como yo, que tengo por principio que nuestros hechos nos definen mucho más auténticos que nuestras palabras ("eres lo que haces"), este matiz da muchísimo que pensar.
Lo dejo aquí. No profundizaré más por ahora. Si os interesa, comentaréis algo, y seguiremos viendo interpretaciones posibles. Y si no, pues a otra cosa.
Esta frase nos la suelen decir nuestros mayores. Y por "mayores" me refiero a toda persona que haya vivido una situación antes que nosotros (aunque pueda ser más joven en edad, y supuestamente haya reflexionado sobre ella) cuando quieren hacernos ver que perdemos el tiempo si pensamos que vamos a "modelar" a los demás a nuestro gusto.
Hombre, desde mi punto de vista, a esa verdad le salen unos cuantos matices. Me pregunto si podré hablar de todos ellos con un poco de organización...
Lo primero que mi experiencia me dice es que las personas no cambian... si ellas no quieren. Luego sí pueden cambiar. Así que la frase mejor debería decir "no puedes cambiar a las personas, si ellas no quieren hacerlo". Y sucesivamente, de aquí salen también otros matices.
Por ejemplo, no cabe duda de que quien realiza el cambio, en una costumbre, en una actitud, en varias relacionadas... quien lo ejecuta, es la propia persona. Es obvio. Pero... os habreis fijado cuántas veces escuchamos "me has cambiado", "antes de conocerte, yo era de otra forma" y cosas así. Sin meterme en profundidades, lo de atribuir algo que tenemos por mérito a alguien a quien apreciamos, aparte de modestia mal entendida, es un puro acto de cariño: Hacerle partícipe hasta llegar a convertir en operador del cambio a otro, cuando lo habremos hecho nosotros mismos.
En fin. Conozco casos cercanos en los que hubo quien comenzó feliz y embargado por la magia de las afinidades, de lo compartido, y terminó harto de sentirse mangoneado por su ya ex.
Y a esto es a lo que voy. Me arriesgo y lo digo: No hay una sola relación personal, tenga la etiqueta que sea, que no lleve aparejada una cierta tensión entre lo que cada uno es para el otro y lo que cada uno querría que el otro fuera realmente.
Me refiero a que lo más infrecuente en las relaciones es que cada uno acepte al otro como es, y que en el balance diario, semanal, mensual, el que sea... que hagan de su relación, encontrarán siempre aspectos del otro que preferirían que encajasen más con su criterio.
Esa tensión deriva siempre en conflicto, ya que empiezan las comparaciones, las frustraciones por no encajar, el "¿por qué no te pareces más a mí?" (cuando en realidad pensamos "por qué no te pareces más a lo que yo creo que deberías ser, a lo que yo quiero que seas").
También es posible que decidamos cambiar algo de nosotros aunque nunca lo hubiéramos visto como un problema, un generador de equívocos o malentendidos. Algo que nos conduzca a que los demás interpreten nuestros actos, nuestras palabras, como cargados con intenciones que realmente no tenemos.
A ver. Cuidado. No es que tengamos que cambiar por el criterio ajeno, en contra del nuestro. Si así fuese, caeríamos en la situación inicial de reproches y manipulación. Lo que digo es que puede ocurrir que otro, razonadamente, y con ejemplos en la mano (situaciones anteriores idénticas o muy semejantes), nos argumente que nuestro derecho a ser como somos colisiona con unos resultados que nos prejudican. Que una actitud nuestra no dice de nosotros lo que nosotros creíamos que decía.
Y para alguien como yo, que tengo por principio que nuestros hechos nos definen mucho más auténticos que nuestras palabras ("eres lo que haces"), este matiz da muchísimo que pensar.
Lo dejo aquí. No profundizaré más por ahora. Si os interesa, comentaréis algo, y seguiremos viendo interpretaciones posibles. Y si no, pues a otra cosa.
10 comentarios:
"También es posible que decidamos cambiar algo de nosotros aunque nunca lo hubiéramos visto como un problema, un generador de equívocos o malentendidos. Algo que nos conduzca a que los demás interpreten nuestros actos, nuestras palabras, como cargados con intenciones que realmente no tenemos"
Si nunca lo hemos visto como un problema, y no ha habido en ese rasgo de nuestra forma de actuar una intención (aunque otro punto de vista así pueda verlo), ¿por qué querer cambiarlo?
Si realmente lo que decimos es dicho de manera totalmente aséptica, aún dando pie a malentendidos, ¿por qué replanteárnoslo?
¿No será que cuando otros nos lo descubren y cavilamos sobre ello vemos objetivamente que hay una intención, aunque sea inconsciente?
¿No nos traicionará éste, aún sin darnos cuenta?
¿Por qué querer cambiarlo? Pues porque toda actitud tiene sus consecuencias en los demás. Y si tales consecuencias no son las que suponíamos o esperábamos, es que ha habido un malentendido. Y si puedo evitarlos anticipándome, ¿por qué no hacerlo?
En cuanto a la asepsia, es subjetiva. Lo que para mí sea aséptico, para otro puede ser una sutil mordacidad. No podemos controlar la suspicacia de los demás, pero podemos evitar ambigüedades, sobre todo cuanto más conozcamos a nuestros interlocutores.
Y tercero, sobre lo de ver intenciones inconscientes... más claro, agua: Si las vemos, es que no son inconscientes. Y si nos fiamos de lo que los otros ven, depende de nuestro juicio aceptar o no su punto de vista.
Nada, nada, nada, es objetivo en cuanto a las personas. Si hace falta, jaja, moriré exhalando esa última frase.
Me vale más la subjetividad de quien me quiere que la presunta objetividad de quien no me conoce.
la primera me abre más puertas para conocerme a mí mismo.
Sí, pero cuidadín con eso.
Hay mentes muuuy retorcidas ;)
No sé dónde, escuché: "la gente no cambia, la gente se vuelve más vieja, eso es todo" :) :)
No sé... y estoy lleno hoy de esos no sé, si cambiaremos o no; imagino que hay una parte que no, que reacciona igual cada vez, pero lo demás, quiero creer que sí... y me salen los puntos suspensivos.
Abrazos si tú quieres
Pero mira que me gustan estas reflexiones tuyas. Según leo se me va conformando una opinión al respecto, y me digo, totalmente de acuerdo. Pero una vez me pongo a dejarte un comentario, la cosa ya empieza a variar, comienzan las dudas de aquello que en un primer momento tenía claro.
Y la cuestión es si las personas cambiamos o no. Pues tengo que reconocer que la cosa tiene su miga. Pero voy a mojarme. Convencida estoy ahora de que sí, que sí que cambiamos. Incluso me atrevería a afirmar, que incluso ese cambio no es una acción volitiva, cambiamos a veces sin ser conscientes de ese cambio. De hecho, si lo pienso un poco, concluyo que es fruto de la mera interacción, del desgaste mismo de vivir.
Convencida estoy también de que habrá algunas características intrínsecas que no cambiarán, esas que nos definen como únicos/as, ya que las demás estarán sujetas a esa interacción de la que hablaba.
En fin, no voy a entrar más allá porque no tengo tiempo, no por falta de ganas.
Es un placer visitarte.
Cambiamos?, es un acto consciente o inconsciente?, por qué cambiamos?, lo hacemos por los demás?, por nosotros?.
Para poder aproximarme intuitiva y mínimamente a esas respuestas he de darle la vuelta a las preguntas:
Cómo conformamos nuestro carácter?, es un acto consciente o inconsciente?, por qué somos de una determinada manera y no de otra?, por lo demás?, por nosotros?.
Yo creo, a diferencia de lo que defienden ciertas corrientes psicológicas, que si la formación de nuestro carácter tiene raices profundas los cambios han de partir de ahí, de esa profundidad. Estos pueden venir, bien porque ese aspecto a cambiar me trae dificultades con los demás (pareja, amigos...), bien porque me haga entrar en conflicto conmigo misma o bien porque, en un acto de superación y crecimiento personal, soy capaz de sentir esa necesidad sin que el conflicto me lleve a ello. ¿En cuál de los tres casos es el cambio profundo y verdadero?. Pues yo, desde mi humilde opinión, que tan solo se apoya en la fragil base de mi propia experiencia, creo que todo cambio que nace de la voluntad de uno mismo y es parido desde las profundidades de las entrañas, es de verdad.
Primero deconstruir para poder construir de nuevo. Siempre desde el deseo o desde la exigencia de uno mismo, no del otro. Por salud mental y por salud en las relaciones.
Besos.
Llevaba tiempo queriendo contestar a este post y al final se ha publicado otro antes de contestar, y me voy a permitir citar una frase de Rosa en el post posterior a este que resume lo que quería decir yo.
Rosa dice:"Si yo confio en ti y tú me traicionas, no sólo ya no puedo confiar en ti, sino que parte de la confianza que yo tengo en mi misma también se rompe.
Y con esa frase me reafirmo en que claro que las personas cambiamos, tú y yo y ella y el de más allá.
Pero creo que hay una pequeña trampa en la pregunta ¿Cambiamos las personas? Tomando la forma de ser de las personas como un todo, y ahí es donde discrepo, somos un conjunto de características y estás son las que poueden cambiar o no por separado. Me remito a la frase de Rosa otra vez, y como bien dice después de una ruptura podemos cambiar a más desconfiado o a perder la confianza en nosotros mismos, pero no tiene que afectar para nada, creo, a nuestra generosidad, a nuestra cabezonería, a nuestra tozudez o a nuestro timidez por poner algún ejemplo. Y así s epodría poner ejemplos co cualquiera de los rasgos que se han comentado en este y otros comentarios de más arriba.
Salu2
Lo que yo pienso que cambia es el modo de ver las cosas, la percepción, el punto de vista. Incluso los gustos, las opiniones... (siempre que tengamos la mente con las puertas abiertas para contrastar los de otra gente).
Pero a grandes rasgos, las características innatas en nosotros permanecen impasibles. Quien es simpático no creo que deje de serlo, y todos hemos conocido (creo)a grandes tacaños que no dejaron de serlo pese a haber conseguido grandes sumas de dinero.
Me gusta usar el caso que leí creo que en la MUY:
Si a una persona de natural alegre sufría una desgracia personal, pasada la época del duelo, tendía de nuevo a ser alegre; por contra, una persona de talante tristón y quejica, aún ganando una cantidad importante de dinero en la Lotto, pasado el tiempo de euforia inicial, tendía de nuevo a la tristeza.
No sé si me expliqué (toy currando, ejem).
Sólo daros las gracias a tod@s por vuestras aportaciones en este blog.
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