viernes, 9 de enero de 2009

Ideas ¿propias?

Eres lo que haces.
Está bien como declaración de principios. Una ética para la acción. Una persona se define por sus actos.
Ummm... ¡cuántas preguntas surgen! Nos hacemos mayores, y algunos hasta maduran. Pero, ¿qué es madurar? Bueno, creo que todos tenemos una idea general de qué muestra madurez en alguien: Hacerse cargo de los actos propios, asumir responsabilidades de las consecuencias de las decisiones, de las palabras, de las actitudes...
Sí a todo. Pero, ¿y tener un pensamiento propio? Esto ya me inquieta más.

Porque, una vez formada, más o menos académicamente, ¿puede decir una persona que tiene ideas propias? Ha estado recibiendo instrucción de la visión del Mundo de pensadores, artistas, políticos, economistas... de todas las épocas. Y junto con ello, la influencia del pensamiento de su familia, compañeros de estudios, amistades, y entorno social cercano.
Por si no fuera suficiente, los medios de comunicación que elija, o le sean impuestos por costumbre o por asimilación, determinarán también sus ideas, que así se aparecen como todo menos propias.

Pero yo discrepo. Yo sí creo que una persona puede tener ideas propias... aunque no originales. Me lo dijo Lennon un día, en una canción. Pero a él llegaré más adelante. Puede que el pensamiento propio sea una más de tantas combinaciones posibles de pensamientos ajenos, pero tal pensamiento es el que contribuye a basar un criterio único, personal.
Eso no quita que sea posible que dos o muchas más personas puedan sentir que comparten un pensamiento, o grandes semejanzas en sus puntos de vista sobre el Mundo. Sobre todo los que hayan formado su pensamiento con elementos comunes.

La clave está en la libertad. La libertad surge de la conciencia de ser único, individuo, pese a las mayores o menores semejanzas con otros. He leído con frecuencia que la personalidad se conforma por oposición, y que es necesario "otro" para poder ser "uno". Estoy de acuerdo, pero no creo que eso sea una limitación de la libertad: Sí, puede pensarse que estamos limitados a ser sólo lo que los otros que nos hayan tocado en la vida nos hacen ser, por oposición. Esto queda muy claro en el caso de los hermanos, pero es precisamente el hacerse consciente de nuestra individualidad lo que nos permite elegir. Y como podemos elegir no ser opuestos, o serlo sólo en lo que nos interese, somos libres.

Esto viene muy bien cuando nos planteamos el destino y el azar. Para mí, que no podamos controlar todo lo que nos rodea no nos convierte en juguetes del destino... ni del azar. Somos más dueños de nuestros actos de lo que pensamos, y aceptar eso es justamente para mí una señal de madurez.

Me ha pasado alguna vez que he ido armando pensamientos en la vida, y más tarde he descubierto aquello de lo que me previno... de lo que nos previno Lennon: "No puedes pensar ni decir nada que no haya sido pensado o dicho ya, es fácil". Creo que en entradas venideras iré mostrando mi pensamiento a través del de quienes elegí... o me eligieron, para formarlo, incluido él, claro.

4 comentarios:

Rosa dijo...

Sí. Estoy de acuerdo contigo en que cada uno de nosotros somos dueños de nuestros actos y que la clave está en la libertad. Libertad para conocer, para elegir, para conformar pensamientos de entre todo aquello que, queramos o no, nos llega y entre lo que elegimos que nos llegue. A mi también me surgen preguntas y dudas respecto a este tema.
Pienso en el mundo que tenemos y me viene a la cabeza como nos llega a importar más la comodidad de nuestro culo que el sufrimiento ajeno. Y entonces me pregunto, ¿realmente estamos actuando con libertad?, ¿realmente yo elijo ser tan egoista?, ¿yo quiero ser tan insensible?, ¿hasta que punto mi posición en la vida, mi visión de las cosas, cómo las vivo son una decisión tomada por mí en libertad?.
Pienso en dos árboles. Uno plantado en un erial y otro en pleno campo de tierra fértil. ¿Es el primero igual de libre que el segundo?, ¿están en igualdad de condiciones para desarrollar sus capacidades?, ¿darán los mismos frutos?.
Creo que este mundo nos va domando y, claro que podemos tener ideas propias, en cuanto a que las elegimos, pero también creo que supone un verdadero acto de resistencia.
Ahí andamos.Seguiremos leyendo a los Althusser y escuchando a los Lennon de este mundo y del que ya fue.
Ha sido un placer tu visita y que me dieses a conocer tu rincón.
Gracias y un beso.

A través del espejo dijo...

De nada. Eres bienvenida con tales reflexiones.

En cuanto a tus palabras, decirte que las capto llenas de sentimiento de culpa. Me explico: Mientras leía las preguntas de tu comentario pensaba claramente "no", "por supuesto que no", "para nada"...
Eso sí, dejemos mejor al margen el elemento poético en nuestra ética, por muy tentador que sea. Por la evasión, quizás.
Me refiero a que no me encaja con la libertad lo de que somos árboles plantados, como metáfora de que no podemos elegir dónde nacemos. Para mí, humildemente, esta premisa invalida el resto del razonamiento que lleva a tu pregunta sobre la libertad.
Por supuesto, también es posible que no te haya captado, y las palabras hayan vuelto a salirse con la suya...

Sea como sea, me tira el historicismo marxista más que la miel a la abeja. Y ya te digo, leyendo tus reflexivas preguntas me dió por pensar en esa culpa de las masas desarrolladas en Occidente (herencia de mil años de dominación judeo-cristiana) hacia la miseria de sus antiguas colonias.
Sociedades sintiéndose mal por el pasado de sus Gobiernos. Así se refleja en el hecho de que las ONGs, los microcréditos y... los telemaratones para recaudar dinero para fundaciones y organismos, sumen lo bastante como para limpiar la conciencia de dicha culpa.

No sé, esta reflexión daría para mucho, y no quiero obcecarme, ni aburrir.
Me quedo con que el "gran rechazo" que nació en Nanterre goza de buenísima mala salud... sobre todo cuando se le compara con el miedo xenófobo.
Quizás sólo seamos capaces de irnos a los bosques, después de todo.

Rosa dijo...

Creo en la libertad más allá del poder llevar a cabo aquellas acciones que decida, más allá del permiso de los otros de poder hacer o deshacer, o del no hacer ni deshacer. Creo en la libertad como la capacidad humana de autorrealización plena y sin límites. Y también creo que esa libertad, siempre entendida dentro de los límites de la naturaleza humana, es posible cuando la persona se encuentra libre de dominación, no sólo de las cosas, sino de las relaciones cosificadas.
Pienso que las personas no estamos carentes de libertad si no podemos pensar creativa, crítica o reflexivamente, pero, por el contrario, sí carecemos de ella si se anula nuestra creatividad, nuestra capacidad de crítica o de pensamiento reflexivo por medio de, como dice Chomsky, una indoctrinación forzada.
Ahí es donde intentaba colocar la metáfora. El árbol forzado a realizarse en condiciones en las que sus capacidades jamás podrán desarrollarse con plenitid.
Me parece muy interesante lo que comentas sobre el remordimiento de los dominantes sobre los dominados y sus consecuencias.
Bueno, este es un tema que dá para mucho, mucho, sólo desear que esa buenísima mala salud del hijo de Nanterre vaya mejorando.
Es un placer debatir contigo.

A través del espejo dijo...

Un comentario muy bien armado. Gracias, estoy aprendiendo con gusto.