El otro día quise escribir una entrada acerca de las relaciones personales, y cuando llevaba un buen rato pensando, y otro buen rato escribiendo, tuve que dejarlo. Estaba en el trabajo, y había tenido un rato libre para mí, pero me surgió tarea y cerré. Creía haber guardado un borrador, pero por lo que sea no fue así. Empezaré de nuevo... y seguro que no me enrollo tanto:
Lo cierto es que nacemos desnudos y casi ciegos. Mucha gente vive así toda su vida. Empieza dependiendo de su madre, y después ya no deja de depender de alguien hasta que se muere. Quizás sea inevitable. Igual está en nuestra naturaleza humana depender, y claro está, ocurre que las personas de las que dependemos, también dependen de nosotros.
Así que de hecho somos a la vez dependientes y... y... ¿cuál es la otra palabra para decir que alguien depende de nosotros? ¿Dependedores? ummm, suena curiosamente parecida a "depredadores".
En fin. La cuestión gorda aquí es qué tiene de malo depender. Veamos: No podemos evitar depender porque necesitamos ser queridos. Somos conscientes del mundo, y queremos compartirlo. Para ello desarrollamos incluso lenguajes hablados, que llenamos de palabras que nos ayuden a exponer fuera de nosotros nuestro mundo interior. Si no pudiéramos hablar también comunicaríamos, porque los abrazos, besos, caricias, gestos, miradas, dicen mil cosas que nos vinculan a los otros. Un vínculo, eso es.
Bueno, vale. Pero, ¿por qué depender? ¿Por necesidad? No sé, no sé. Un bebé necesita a su madre. ¿Y un adulto? Un adulto sigue queriendo a su madre, o a su padre, aunque a efectos de supervivencia, no los necesita. ¿ Y a una pareja? Seguro que se la necesita... (léase con soniquete irónico). Los amantes nos decimos "te necesito", "no puedo vivir sin ti", "sin ti no soy nada" ( como Amaral)... Supongo que nos educamos perpetuando modelos, y pocas veces nos plantamos, y nos planteamos si los modelos que aprendimos están bien o mal.
Sí, ya lo sé, lo de bien o mal es muy subjetivo. Venga, me mojo y digo que bien es no sufrir y mal es sufrir. Pero ojo, sin egoísmos, ni tampoco resignaciones: No hacer lo que no queremos que nos hagan a nosotros ( no conozco mejor ética que la que vertebró Kant).
Yo creo que el modelo de amor, de cualquier amor: padres a hijos, parejas, amigos, hermanos, en fin, de toda clase, está mal. La enorme mayoría de las relaciones personales que conozco está llena de miedo. No llamo a otra cosa que al horror de tantas personas a estar a solas consigo mismas, de no soportar el silencio para no escuchar sus propios pensamientos. Quizás no les gusten. Yo conozco a muchas personas que incluso se molestan cuando se descubren reflexionando.
El caso es que anteayer me preguntaste si entre tú y yo había una dependencia, y quién era el que dependía del otro. Me paré un segundo, pensé en nuestras conversaciones, y me dije ( y te dije) que como yo parezco estar siempre positivo (esto le encantaría a Van Gaal), y tú a veces tienes bajones, yo tiraba por ti. Así que si hubiera una dependencia, sería mayor de ti hacia mí que al revés.
Y esa respuesta es la que no me gustó. Sobre todo porque se suponía que lo que intento hacer contigo, y con los demás, es lo que desearía que los demás me hicieran a mí: Fomentar mi libertad, apelar al legítimo derecho de todos de ser libres, y libre aquí dicho como capaz. Autónomo, lo más independiente posible. Todo menos voluble.
Yo quisiera estar seguro de que cuando hablamos de relaciones personales, consigo hablar de tú a tú, de igual a igual, y romper la paradoja de que lo claro de mis principios y lo firme de mis intenciones provoque una adhesión irreflexiva por ti, o por quien sea, porque eso sólo es seguir dependiendo, en este caso de lo que yo diga.
En pocas palabras, pretendo hacer pensar, y no que piensen-como-yo. Eso sería hacer a la gente cambiar una dependencia por otra. Hacerse mayor no es cambiar un collar por otro, sino hacerse amo. Y si todos fuésemos amos, pues... habría que cambiar de palabra! "Persona" me gusta más.
Yo no sé más que nadie... y mucho menos de relaciones humanas.
Yo escucho los relatos ajenos, y tengo mi propio relato. Cuando los compartimos, yo saco mis conclusiones. No soy mejor ni peor que tú. Los dos somos personas.