miércoles, 25 de junio de 2008

Viajeros

Necesitamos el contacto con el "otro" por nuestra propia naturaleza. No importa que busquemos a menudo la soledad, hasta llegar a apartarnos de los demás. Más pronto o más tarde necesitamos saber que no estamos solos, que existe alguien que sabe quiénes somos, que nos conoce: Necesitamos saber que somos algo más aparte de lo que pensamos de nosotros mismos. Llegado el momento, encontramos a nuestro Viernes, y somos el Viernes de alguien.

Incluso hemos enviado mensajes como éste, llenos de esperanza, sin destino ni destinatario final, sino a hablar a lo largo de su camino.
Este viaje no tendrá sentido si no encuentro a un nuevo "otro" en cada puerto, si no emprendo cada nueva etapa con un nuevo bagaje que me convierta en un "yo" diferente en cada escala, y que sea distinto a todos los anteriores en su regreso. Y ahí está justamente la paradoja: Nunca se regresa, pues no es el mismo "yo" el que retorna, y por eso ni siquiera el lugar es el mismo.
Todo está en nuestra mente: El Mundo es lo que recordamos, y recordamos lo que podemos decir. El Mundo está en las palabras.

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