viernes, 27 de junio de 2008

La palabra precisa


Varias pinturas de Van Gogh desencadenan pensamientos y sensaciones tales que, por surgir a la vez en diversos puntos de mi mente, me provocan ese desconcierto del que no puede sacar la palabra precisa del remolino en el que giran dentro de mi cabeza.
Ese remolino es el que veo yo en el cuadro. Quizás el giro que intuimos se acelera y se acelera hasta llegar a una explosión amarilla que son las estrellas de su cielo. Quizás esas estrellas sean las luces de su pensamiento, anticipando las bombillas que hoy día usamos para representar las ideas que nos iluminan, y por eso los remolinos son las ideas que bullen en la mente del pintor y que empiezan a encontrar las palabras que las convierten en estrellas. Puede que Van Gogh nos estuviese enviando un mensaje mudo, escrito en el mismo centro de su cuadro, por el que quisiera dar voz a una idea incipiente. Para mí, el pintor nos enseña la imagen detenida de un proceso vertiginoso que revela una metáfora preciosa y brillante: Donde los comunes vean lo inmóvil y lo eterno, el artista verá con otros ojos, a su propia velocidad.
Hay un dato fundamental de la vida del artista que ayuda a interpretar más en profundidad esta obra: Van Gogh vivió profundas crisis de fe, y aun cuando se ordenó sacerdote para canalizar de un modo más útil su servicio a los más necesitados, rompió posteriormente con la Iglesia de su tiempo, a la que reprochó siempre su fin en sí misma, acusándola de actuar con despotismo en nombre de los pobres.
En Noche Estrellada yo encuentro el reflejo de ese conflicto. Lo que para tantos es la imagen nocturna de unos cipreses en primer plano, para mí es la sombra, como el negativo fotográfico, de una iglesia típica de su época. Puedo ver su torre campanario y su nave con ábside en girola, como él mismo nos muestra en su Iglesia de Auvers Image Hosted by ImageShack.us

, con esa relación metafórica impresionista pura entre el ciprés y la iglesia, evidente en Campo de Trigo con Cipreses Image Hosted by ImageShack.us
y más incluso en Ciprés sobre un Cielo Estrellado Image Hosted by ImageShack.us
y en Paseo al Atardecer Image Hosted by ImageShack.us
.
Esa imagen oscura y distorsionada, en primer plano, como fruto de una alucinación o un espejismo, parece sencillamente el retrato de un fantasma, al que se le hace presenciar, delante incluso del propio espectador, la revelación que nos anuncia el remolino. Quizás sea esta anunciación un acto de rebeldía del artista, un acto iconoclasta del que es testigo el ojo en el cielo, el ojo que todo lo ve, eterno. Simplemente el verdadero Dios de Van Gogh: Un lunático, sí. Un visionario. Un genio.

3 comentarios:

Paula dijo...

Interesante apreciación de la obra de Van Gogh. Verdaderamente, sí podemos interpretar los cipreses como iglesias, aunque yo no había profundizado tanto. Me quedaba con la sensación de tormenta interior, avalancha de sentimientos contradictorios e inconformismo con el mundo que le rodeaba.
Gracias por esta aportación.
Ah! Felicidades por el blog

A través del espejo dijo...

De nada! Cualquier comentario con sustancia es bienvenido. El agradecido soy yo.

Tot dijo...

Me encanta Van Gogh... Me fascinan sus cuadros, que son sus proyecciones... (todo dibujo es una proyección) y así he llegado a tu blog.

No sé si has leído Cartas a Theo, si no lo has hecho creo que te encantará... Ahí habla, a la única persona que se preocupó por él, de sus inquietudes, de sus preocupaciones, planes, proyectos... e ilusiones, que también tenía.

En una de las cartas mas bonitas para mi (la 506), Vincent le habla a Theo de "La Noche Estrellada", y le cuenta lo que de verdad para él simbolizan las estrellas..

Aquí te lo copio:

"Al mirar a las estrellas siempre caigo en una ensoñación, con la misma facilidad con que me hacen soñar los puntos negros del mapa que representan ciudades y pueblos.
Me pregunto porqué los puntos luminosos del firmamento han de ser menos accesibles para nosotros que los puntos negros del mapa de Francia. Del mismo modo que tomamos el tren para ir a Tarascón o Rouen debemos tomar la muerte para llegar al firmamento".

Carta a Theo (nº 506)
Vincent Van Gogh.