Hubo un tiempo en que no existían las naciones, ni los estados. Sólo los pueblos. Los hombres se movían por la tierra para ocuparla toda. Se extendieron por paisajes diversos, y adaptaron su vida a los climas bajo cuyo cielo caminaron.
Muchas veces guerrearon por hacerse dueños del mismo territorio. Otras veces pudieron permitirse compartirlo. En las tierras más frías hablaron con más consonantes. En las más cálidas, con más vocales. Sus pieles y sus rasgos se diferenciaron porque los mejor adaptados sobrevivían en mayor número: en los lugares cálidos, los más morenos; en los lugares fríos, los más pálidos.
Pero los hombres nunca dejaron de moverse por la tierra, y aunque se asentaron para cultivarla, y obtuvieron bienestar, nunca dejaron de estar en contacto, y siempre fueron conscientes de lo que les diferenciaba y de lo que les asemejaba. Aparte de temerse y enfrentarse, también apreciaban a los viajeros, a los exploradores. A los que aprendían a hablar las lenguas de los Otros. Eran hombres que abrían puertas, y hacían el Mundo más cercano, porque mitigaban el temor y la desconfianza.
Hubo un tiempo en que unos hombres de piel blanca y cabellos lisos del color del trigo partieron para desembarcar en estas orillas desde una tierra más al Norte. Fue la misma época en la que más al Sur de aquí muchos hombres de piel oscura y cabellos rizados huyeron del desierto emergente. Y fueron sus nietos, o quizás sus bisnietos, los que se encontraron en este lugar. Puede que a medio camino de donde pretendían llegar… puede que justo en el sitio exacto. En su contacto, mezclaron su sangre. Muchas veces a la fuerza, algunas quizás por amor, ¿por qué no?
Además de con sus armas, viajaban con sus palabras, sus dioses, su arte y su música. Y a veces la compartieron, a veces la impusieron, y a veces se mezcló.
Tú eres hijo de esa mezcla. Tienes el cabello trigueño, los ojos verdes, la piel morena, y la sangre mora y celta. Eres de un puerto atlántico. Un puerto es una puerta. Recibe y despide a los hombres, que no han cesado de viajar durante milenios
Buscándose
Encontrándose
Conociéndose
Conócete a ti mismo
Cruza la puerta
Viaja
6 comentarios:
Vaya! claro, es un tema que recuerdo haberte oído. A cada cual le "pica" lo que le toca más de cerca, y ese toque norte-sur tan acusado merecía un autohomenaje ;).
Por otra parte, siempre tuve dudas con el adjetivo "trigueño". Lo leí por primera vez en las novelitas de "Puck" (heroína escandinava), y en los dibujos de portada salía una chica de pelo liso y negro, cuando yo pensaba que el trigo era dorado (?).
Ahora leo que es "entre moreno y rubio", mmm, no me quedó claro aún.
Muchos besos tortugueros ;)
¿Te lo han dicho alguna vez? Creo que es una de esas frases que te dejan las manos en los bolsillos, a ver si es cierto, esa fortuna que te ven donde a veces sólo te parece negrura; el pasado... Supongo que viajar viene a ser lo mismo que leer; en el sentido de que terminas descubriendo que la voz es la misma voz... Pero hay gente que necesita las barreras, las fronteras.... ¿las diferencias? No sé, pienso que igual sean positivas; ¿no acabarían las diferencias, sin ellas? No sé, pienso en voz alta... el lenguaje es insoportable
Besos
A amboslosdos,
deciros que es algo que escribo pensando en mi hijo.
Majo,
con las ilustraciones de los cuentos de cuando éramos niños, llegué a la conclusióNNN de que quien las hacía no se había parado a leerlos.
Ant,
me has hecho recordar el eslógan de "somos diferentes, somos iguales". Yo sólo siento que la conciencia de lo diferente es la semilla del prejuicio. Y que la reacción natural, a no ser que se eduque, es la exclusión y el rechazo. Incluso me atreví con un pequeño relato reflexionando sobre ello.
Lo que sí creo es que lo deseable es tu planteamiento.
En cualquier caso, sólo pretendí un alegato sobre el privilegio de ser mestizo.
La diferencia es lo que hece posible la riqueza, el aprender unos de otros.
Muy chula la entrada!
A mí me da mucha tranquilidad esto de ser impuro y contaminado. Y ahora busco contaminarme mucho más...
A los dos,
viví mucho tiempo acomplejado por no ser de ninguna parte. Solía consolarme con la frase aquélla que dice que un hombre no es de donde nace, sino de donde quiere morir.
Ahora que volvemos a la cresta de la ola con la mezcla, la fusión y el mestizaje, me he lanzado al agua aprovechando el abrigo de la corriente. Me cuesta verme pionero en algo, pero sí creo en mi capacidad para poner al alza lo que me hace ser yo. Y es que no soy de una sóla etiqueta.
Nadie debería serlo. Escarbando un poco, nadie lo es en realidad.
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