miércoles, 20 de mayo de 2009

El paraíso

Yo quería ser libre. Mi libertad estaba lejos, y no sabía muy bien dónde. Según fui conociendo el mundo pude darle un refugio a mi libertad, y allí sería feliz. Podía ser un sitio con mar o sin él, con una de esas playas inmensas en marea baja o en las montañas. Tendría que haber un río, eso seguro. Pero no un arroyo para pescar, sino un gran río que pudiese navegar con una piragua, canoa, o lo que fuese propio. Alaska, Canadá, Siberia, Noruega... se fueron sucediendo.

Desde los paisajes más desolados hasta las sociedades más tolerantes y cívicas. Primero quise ser feliz solo, pero nunca solo del todo, sino en la Naturaleza. Encontrarme a mí mismo, y toda esa parafernalia, lejos de las gentes, en medio de la inmensidad, para facilitarme escuchar la voz interior, y tal y cual... para luego descubrir, como Chris Mc Candless, que la felicidad no existe si no la puedes compartir. Además, es difícil estar solo hoy día. Me lo explico siempre con una imagen típica, que aparece en muchas películas cuando reflexionan sobre lo de la libertad y la soledad:
Un hombre camina con su mochila por el desierto, o por una zona montañosa y con bosques vírgenes, se sienta en una roca, y cuando sobrepasa la cima de la montaña, de pronto pasa un trailer de seis ejes soltando una columna de humo tocando la bocina con toda, y devolviendo al ingenuo a la realidad. ¡¡¡MOOOOOOOOOC MOOOOOOOOOC!!!

Pero yo seguía queriendo ser libre. Así que después pensé en rescatar la bondad humana (la mía y la que le suponía a los demás), empecé a pensar que mi libertad estaba en sitios poblados, más o menos urbanos, pero en contacto con otras gentes, semejantes a mí, que en realidad me harían descubrir que yo podía existir en otro ser. Que ya no se trataba de descubrirme en las rocas o en los bosques, sino en las conciencias ajenas, de modo que espíritus abiertos y emprendedores me aportarían la libertad que buscaba. Mi libertad estaba ahora en Suiza, Holanda, Dinamarca...

Después fui dándome cuenta de que seguramente la libertad no está en un lugar necesariamente, sino que el mejor lugar para sentirse libre está dentro de uno mismo, en su conciencia de la libertad, y que suele ser así como viene aparejada la felicidad. Fue cuando me dedicaba a leer pensamientos marxistas y postmodernos, y casi me entra la depre aceptando el hecho de la quimera de la libertad en la sociedad "opulenta", y toda la palabrería asociada.

Así que no sé si demasiado pronto. Pero el hecho es que a los 36 he dejado de buscar la libertad. Y por tanto he dejado de buscar la felicidad. Cuando estoy optimista, la mayoría del tiempo, pienso que no la busco porque ya la tengo. Ambas. Cuando no, tampoco así vuelvo a buscarla.

En fin.

5 comentarios:

Majo dijo...

Mi libertad sería lo que cantaron aquellos años Manolo y Quimi(soy libre ante el espejo, no salgo ahora que puedo...).

En cierto modo lo he conseguido, pero como tú, he tenido que madurar, y eso nadie nace sabiéndolo hacer, sino que se trabaja poco a poco (una vez más, sólamente hay que seguir el ritmo de la Naturaleza).

A día de hoy no puedo quejarme en ese aspecto -porque voy consiguiendo ser asertiva- y tampoco puedo avergonzarme -que es lo más importante-, de ser incoherente con mis principios.

Eso me lleva a más soledad, a más gente a la que tal vez no le cuadre siendo como soy (siempre pensé que lo más sencillo del mundo es gustar a la gente, aunque suene "raro"). Adular, pelotear, quedar bien, están al alcance de todos nosotros, y sus frutos suelen ser excelentes a corto y visible plazo. Pero eso es algo que no soporto, y sería gustar a mucha gente pero sintiéndome como con una soga al cuello (somatizo mucho mi ánimo).

Hay un refrán muy usado aquí que no sé si vosotros lo conocéis. Traducido sería: "A quien no le guste, que no mire".

Y pienso que decir eso (y creértelo, ojo), es ser en cierto modo libre.

B7s

Cris dijo...

Yo busco la libertad. Hubo un tiempo que considero que no la tuve, y por nada de mundo volvería a perderla. Incluso me han criticado alguna vez por eso, por cerrarme a la idea de dejar de vivir sola (con mi hijo, pero él es parte de mi libertad, lo elegí).
Pero el refrán de Majo también se usa por aquí, así que...

Pero, en tu caso, si como dices estás optimista la mayoría del tiempo y crees tenerla, no es pronto para dejar de buscarla.

Y por últim, a mi no me parece que dar la razón como a los locos sea lo más fácil, al contrario, se me revuelven las tripas con esas cosas...

Besos!

Majo dijo...

Se te revuelven las tripas porque tienes PRINCIPIOS, Cris, pero hay personas que con tal de agradar a toda costa asienten a todo, palmean a todo, ríen todas las "gracias". No son más "queridas", pero al menos se garantizan que no se les volverá nadie en contra (claro, quien no da motivo...).

Llámalo inseguridad, miedo, cobardía, qué sé yo, pero es la actitud que suelen tener los observadores, no los actores; esos que se quedan callados ante todo, sean injusticias nimias, sociales o chorrales por temor a "represalias".

Y ser así sí pienso que es "fácil", mucho más que ser de "la otra manera". Si no, no se explica que el porcentaje sea tan enorme con respecto a los más individualistas.

Y a todo esto, no sé ni qué cocinar hoy, y las horas que son...:(

Sâddha dijo...

Pues para mi que ya eres bastante libre, pues tienes y ejerces la libertad de decidir si buscas o no. La verdadera libertad creo que es la que nos permitimos a nosotros mismos al decidir pensar una cosa u otra. Creo que no hay peor carcel que la nos podemos imponer nosotros mismos en nuestro pensamiento. Victor Frank en el hombre en busca de sentido es un buen ejemplo de sentir la libertad.
Me ha gustado esta entrada, me he sentido bastante identificado, aunque sin viajar tanto ni conocer tantos lugares (geograficamente hablando).

A través del espejo dijo...

Hola a todos, y copyright Concha Velasco, gracias por venir:

Majo,
Lo de madurar siempre lo quiero coger con las pinzas de la humildad, porque es un proceso continuo con un mérito que valoro mucho, sobre todo después de lo vivido y del despertar. Más vale tarde que nunca. En fin.

Cris,
yo creo que tu libertad está en tener principios frente a los de los demás. Pero paradójicamente también en cambiarlos frente a ti misma si sientes que nuevas circunstancias hacen que valga la pena cambiar sin sentir que se ha cedido a los demás.

Es complejo, es como renunciar sin rendirse, y todo tiene un viso demasiado guerrero en las palabras que usamos para definirlo.

Saddah,
lo has visto, cuando hablas de la cárcel que nos podemos imponer a nosotros mismos cuando nos sometemos rígidos a nuestros propios principios.
De veras que veo la paradoja (y las paradojas llevan muchas veces a la ligereza y a la hipocresía). Pero yo creo que sí es posible tener principios y ser receptivo, tolerante, flexible en cierto modo.

No es necesario ser Groucho Marx, cuando dijo lo de "estos son mis principios, si no le gustan tengo otros".

Por cierto, que casi todos mis viajes han sido a través de las páginas de un atlas.