Qué bien me lo he pasado viendo el sensacional homenaje al cine que es Wall-e, una de las últimas joyas que Pixar nos ha regalado.
La gran mayoría de nosotros somos espectadores de clase media con una gran influencia cultural norteamericana, sobre todo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Somos por eso los más adecuados destinatarios de la multitud de guiños de que está llena esta película.
Yo estoy convencido de que el formato en el que se presenta una obra de arte no decide a qué tipo de público está orientada. Sé que tradicionalmente el cómic y los dibujos animados se han dirigido al público infantil y juvenil, pero eso no obliga a cada nueva obra a seguir cumpliendo con ello.
Para mí, el caso de Wall-e, como el de muchas películas de animación por ordenador presentadas estos últimos años, es el que parte de un sencillo presupuesto: Las películas para niños van a ser vistas en compañía de adultos que supervisen su contenido, de modo que estas películas contendrán, en mayor o menor medida, elementos destinados al público adulto.
Independientemente de Pixar, este es el caso de Shrek, Ice Age, Los Increíbles, Spirit... y numerosos ejemplos más. Una de las claves del éxito de sentar juntos a niños y mayores está en el hecho de narrar los mismos cuentos clásicos de nuestra infancia (El Patito Feo, Hansel y Gretel, Pinocho, Pulgarcito, La Bella y la Bestia...), llenos de enseñanzas morales, con un nuevo envoltorio acorde a los nuevos tiempos, para una nueva generación de niños.
En Wall-e, desde los primeros segundos de metraje, encontramos referencias cinéfilas por todas partes, como los planos cenitales de la ciudad de basura calcados del Nueva York de West Side Story; y mientras que para los niños la historia se convierte en un cuento amable sobre (para variar) la redención del género humano a través de su naturaleza más terrenal, los adultos podemos ponernos a jugar a ver quién encuentra más guiños a clásicos del cine, de todos los géneros y todas las épocas.
Homenajes al cine mudo, a artistas como Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, a personajes intemporales, como los ya mencionados Pulgarcito, Pinocho, incluido su particular Pepito Grillo... cucaracha, en este caso... Por no mencionar toda la retahíla de libros y películas, de ciencia ficción u otros géneros, como E.T., 2001, Yo, Robot, Naves Silenciosas, Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco (maravillosa y tierna la secuencia de los robots que funcionan mal), 1984, con esa combinación de Gran Hermano y el ojo rojo de Hal 9000 de 2001... en fin, interminable.
Para quienes os guste el cine, y la risa como aprendizaje, Wall-e. Vedla.