Al niño que es. Al hombre que será.
La vida es un juego. Ahora lo es. Y después será un juego de la memoria. Rescatarás una parte de aquello, porque no es posible recordarlo todo. La mente se protege contra el dolor, pero ahora que apenas has juntado un ramo de espinas, juega.
Hay noches en que leemos cuentos de animales. Imagino que vienen de aquella época en la que todos vivían, vivíamos, en el campo. Sólo había aldeas, y hasta las ciudades eran solo aldeas más grandes. Así que los hombres, conviviendo en sus granjas, pastos, sembrados y bosques, con zorros desdeñosos, cuervos fáciles de adular, cerditos vagos… gallos presumidos y gallinas ingenuas, volcaron en ellos las flaquezas y virtudes de su naturaleza humana, y reflexionaron con esa belleza que reside en la sencillez de la filosofía del sentido común, para encontrar ese progreso del espíritu que llamamos “aprender”.
Los capítulos y pasajes de tu vida no terminan con una moraleja. Tendrás que sacársela tú, pero ay de ti si te equivocas al entender el mensaje, y tomas el atajo del bosque por haberte distraído antes en el camino.
Te dejo miguitas de pan por si te pilla la noche. No olvides que en todo hombre que ansía la libertad hay un pájaro que lo simboliza, y hoy te traigo un pasaje de una preciosa fábula con moraleja para toda la vida:
Un hombre-pájaro, humilde, sencillo, sin grandes aspiraciones ni ideales, solo procura la felicidad, pero contra su voluntad campan los caprichos de fuerzas superiores a él. Quizás el hombre corriente está llamado a grandes empresas por el azar, o quizás por el destino. El día y la noche, la Luz y la Oscuridad, luchan en guerra abierta manejando a su antojo el destino de los hombres.
Pero hay algo por lo que vale la pena luchar, y es lo que explica nuestra naturaleza: Amamos y somos amados. Hombres y pájaros. Y como los personajes de esta fábula, me pregunto, y te preguntarás: Es ist das höchste der Gefühle? ¿Es éste el más elevado de los sentimientos?
La vida es un juego. Ahora lo es. Y después será un juego de la memoria. Rescatarás una parte de aquello, porque no es posible recordarlo todo. La mente se protege contra el dolor, pero ahora que apenas has juntado un ramo de espinas, juega.
Hay noches en que leemos cuentos de animales. Imagino que vienen de aquella época en la que todos vivían, vivíamos, en el campo. Sólo había aldeas, y hasta las ciudades eran solo aldeas más grandes. Así que los hombres, conviviendo en sus granjas, pastos, sembrados y bosques, con zorros desdeñosos, cuervos fáciles de adular, cerditos vagos… gallos presumidos y gallinas ingenuas, volcaron en ellos las flaquezas y virtudes de su naturaleza humana, y reflexionaron con esa belleza que reside en la sencillez de la filosofía del sentido común, para encontrar ese progreso del espíritu que llamamos “aprender”.
Los capítulos y pasajes de tu vida no terminan con una moraleja. Tendrás que sacársela tú, pero ay de ti si te equivocas al entender el mensaje, y tomas el atajo del bosque por haberte distraído antes en el camino.
Te dejo miguitas de pan por si te pilla la noche. No olvides que en todo hombre que ansía la libertad hay un pájaro que lo simboliza, y hoy te traigo un pasaje de una preciosa fábula con moraleja para toda la vida:
Un hombre-pájaro, humilde, sencillo, sin grandes aspiraciones ni ideales, solo procura la felicidad, pero contra su voluntad campan los caprichos de fuerzas superiores a él. Quizás el hombre corriente está llamado a grandes empresas por el azar, o quizás por el destino. El día y la noche, la Luz y la Oscuridad, luchan en guerra abierta manejando a su antojo el destino de los hombres.
Pero hay algo por lo que vale la pena luchar, y es lo que explica nuestra naturaleza: Amamos y somos amados. Hombres y pájaros. Y como los personajes de esta fábula, me pregunto, y te preguntarás: Es ist das höchste der Gefühle? ¿Es éste el más elevado de los sentimientos?