Le he dado demasiadas vueltas a esta entrada. Así que va como salga, es lo mismo.
Me planteé el asunto desde la ironía, sobre todo. Pero no me saldrá bien, y por eso renuncio. Lo que es seguro es lo del "demasiado": Cuando ves que por muchas vueltas que le des, sientes que cada nuevo enfoque no lo va a decir mejor que los anteriores.
Pero salir, tiene que salir. Me lo manda la ansiedad... y esa parte de mí que hizo un blog para irla soltando hecha palabras.
Y ya! Creo que esa es la clave. La ansiedad. Puesss... la expresión pura de la frustración.
Y vuelvo a uno de mis molinos favoritos. Vereis, es que le doy muchas vueltas a todo (y direis: "¿y quién no?"), y de nuevo tocamos la tecla: La frustración es ley de vida... Yo creo que sí. Que frustrarse, mucho o poco, es inevitable. Igual que responder a ella con ansiedad. Que una forma de "madurar", en fin, de "dejar de ser un niño", es la de acumular ilusiones no satisfechas que nos frustran.
Pero, después de dos párrafos, ¿de qué va esta entrada? Pues de cómo nos deshacemos de la ansiedad. A mí me ha dado por lanzar tiros libres, ya ves tú. Soy afortunado. Voy juntando ansiedad por la suma de pequeñas y grandes frustraciones diarias, como todo hijo de vecino, pero mi fortuna está en tener, de vez en cuando, horas y un lugar bonito donde estar a solas, intentando no pensar... peeero.
A veces el tablero es como una ventana, o como una pantalla (uhmm... es lo mismo) donde voy viendo las imágenes de mi ansiedad. Y fallo el tiro. O entra. Depende de si lanzo a conciencia, o mecánicamente. Y claro, como siempre intento encontrar verdades y soluciones en todo lo que hago y en todo lo que me sucede, me vuelvo a casa (aparte de con más intrigas de las que me traía), preguntándome si es así con todo: Si la solución está en la mecánica, en no pensar, en hacer sin dudar.
Y es jodido, no creais. Porque ya se ve venir la paradoja: La frustración de ser consciente se resuelve con algo mucho más frustrante: Descubrir que se sufre menos siendo mecánico, siendo inconsciente.
Y sí, lo veo, no soy más "sano" por lanzar tiros libres, pero me jode mucho, pero mucho, que me toquen el bolsillo para tratar la enfermedad de quien eligió deshacerse de su ansiedad chupando nicotina, secándose el hígado, empastillándose o quemándose el paladar. Y seré borde, políticamente incorrecto, y al menos, honesto: He tenido suerte, pero no tanta. La sociedad no es la culpable.
Va, venga, no caeré en la cantinela de las grandes multinacionales tabaqueras, la cultura del vino, los jóvenes sin ideales, o frases grandilocuentes como "el sistema busca y procura seres dóciles, y los indóciles se marginan ellos mismos... suicidándose despacito, pero eso sí, ¡porque son libres!"
¿Es simplemente eso, el precio de ser libres?: ¿El derecho de ser gilipollas?. Por información no será.
Me planteé el asunto desde la ironía, sobre todo. Pero no me saldrá bien, y por eso renuncio. Lo que es seguro es lo del "demasiado": Cuando ves que por muchas vueltas que le des, sientes que cada nuevo enfoque no lo va a decir mejor que los anteriores.
Pero salir, tiene que salir. Me lo manda la ansiedad... y esa parte de mí que hizo un blog para irla soltando hecha palabras.
Y ya! Creo que esa es la clave. La ansiedad. Puesss... la expresión pura de la frustración.
Y vuelvo a uno de mis molinos favoritos. Vereis, es que le doy muchas vueltas a todo (y direis: "¿y quién no?"), y de nuevo tocamos la tecla: La frustración es ley de vida... Yo creo que sí. Que frustrarse, mucho o poco, es inevitable. Igual que responder a ella con ansiedad. Que una forma de "madurar", en fin, de "dejar de ser un niño", es la de acumular ilusiones no satisfechas que nos frustran.
Pero, después de dos párrafos, ¿de qué va esta entrada? Pues de cómo nos deshacemos de la ansiedad. A mí me ha dado por lanzar tiros libres, ya ves tú. Soy afortunado. Voy juntando ansiedad por la suma de pequeñas y grandes frustraciones diarias, como todo hijo de vecino, pero mi fortuna está en tener, de vez en cuando, horas y un lugar bonito donde estar a solas, intentando no pensar... peeero.
A veces el tablero es como una ventana, o como una pantalla (uhmm... es lo mismo) donde voy viendo las imágenes de mi ansiedad. Y fallo el tiro. O entra. Depende de si lanzo a conciencia, o mecánicamente. Y claro, como siempre intento encontrar verdades y soluciones en todo lo que hago y en todo lo que me sucede, me vuelvo a casa (aparte de con más intrigas de las que me traía), preguntándome si es así con todo: Si la solución está en la mecánica, en no pensar, en hacer sin dudar.
Y es jodido, no creais. Porque ya se ve venir la paradoja: La frustración de ser consciente se resuelve con algo mucho más frustrante: Descubrir que se sufre menos siendo mecánico, siendo inconsciente.
Y sí, lo veo, no soy más "sano" por lanzar tiros libres, pero me jode mucho, pero mucho, que me toquen el bolsillo para tratar la enfermedad de quien eligió deshacerse de su ansiedad chupando nicotina, secándose el hígado, empastillándose o quemándose el paladar. Y seré borde, políticamente incorrecto, y al menos, honesto: He tenido suerte, pero no tanta. La sociedad no es la culpable.
Va, venga, no caeré en la cantinela de las grandes multinacionales tabaqueras, la cultura del vino, los jóvenes sin ideales, o frases grandilocuentes como "el sistema busca y procura seres dóciles, y los indóciles se marginan ellos mismos... suicidándose despacito, pero eso sí, ¡porque son libres!"
¿Es simplemente eso, el precio de ser libres?: ¿El derecho de ser gilipollas?. Por información no será.