Oculta... Los que hablan inglés la llaman “dark”, oscura. A mí, cuando me detuve a pensarlo para esta entrada, me gustó más “oscura” que oculta. Por la connotación, mucho más sugerente. Así que queda “oscura”.
En lo que concierne al mundo de los hechos, la Luna tiene su movimiento de rotación sincronizado con el de traslación. Dicho de manera simple, tarda lo mismo en dar un giro sobre sí misma que una vuelta alrededor de la Tierra. Por lo que parece, esto ocurre como resultado de una combinación proporcionada de gravitación, inercias y demás fuerzas del movimiento de los astros.
De modo que siempre ofrece la misma cara visible vista desde la Tierra. La primera conclusión que sacamos de un dato como éste es que siempre oculta una cara... y aquí es donde ya la hemos cagao:
Porque en lo que concierne al mundo de “todo-lo-que-no-es-Ciencia”, qué irresistible tentación la de cualquier ser humano de sacar petróleo de ese hecho. En fin. Es lo que hay. Al parecer (los psicólogos tendrán un nombre para esto) un mecanismo de nuestra mente de lo más normal para comprender el Mundo es el de interpretar lo que nos rodea como si poseyera “cualidades” -no confundir nunca con “virtudes”, ejem- humanas). ¿Qué quiere decir esto? Pues es muy fácil de entender: Pongamos la tele, por ejemplo. A las 3 y media, más o menos, en La 2, después del eterno Saber y Ganar, y encontrémonos con un maravilloso documental de fauna de David Attenborough (premiado con el Príncipe de Asturias 2009, en fin). ¿Qué vemos?
Ummm... buena pregunta. Para mí, vemos una cosa, pero mi querido David dice que vemos otra. Y bastante diferente. Mientras tú, yo, él, Usted y mi prima de Sevilla vemos que el tiburón ataca, muerde y come un pato o una gaviota posada sobre la superficie del agua, el señor David ve a un astuto tiburón que, inclemente, se ha escondido bajo el reflejo de las aguas, y en un descuido del despreocupado pajarraco, ha ejecutado implacable la sentencia de la Naturaleza. Después (o antes, según el propósito del realizador), nos enteramos de que la gaviota en cuestión tenía... familia. Oh, Hados! Oh, ventura ingrata!, Gaviotitas huérfanas por el malvado tiburón! Qué injusta es la Naturaleza! Qué Mundo más cruel y sin piedad!...
Y yo en mis adentros exclamo, una vez más ¡¡¡ Y UNA MIERDAAA!!! indignado con el señor Attenborough, con su manera de divulgar la Ciencia, con los jurados que le premian, y con los acólitos que les aclaman.
El Mundo no es justo. No existe la Justicia en el Mundo. Justicia, piedad, crueldad, no son cualidades del Mundo. Son cualidades del ser humano, que las aplica a su comprensión del Mundo para poder asimilar los hechos de la Naturaleza conforme a un plan propio: Poder sobrevivir en sociedad superando la ley de la no-ley: Matar o morir.
No me olvido de que algunas especies de homínidos y primates viven en sociedades más o menos organizadas. Pero no tienen tribunales de justicia, policía, ni registro de la propiedad. Conozco los estudios de Jane Goodall y Dian Fossey, y he estudiado acerca de los sistemas de comunicación del mundo animal como reflejo y herramienta de la organización social de una especie. Sé, y admito, que en lo referente a los homínidos, las semejanzas cada vez más conocidas alimentan la confusión que denuncio, pero entiendo que la idea de la justicia/injusticia es sólo posible en los humanos... o al menos en aquella especie en la que sea posible tener conciencia de uno mismo, y por lógica, del Otro. De manera que sólo si hay Otro es posible pensar en términos de correspondencia, igualdad, equilibrio... justicia.
Esto lo definió Lacan perfectamente en su descripción del desarrollo de la identidad a través de la llamada “fase del espejo” (en la que no tengo nada que ver...)
Bien. Si solo es posible ponerse en el lugar del Otro cuando se le puede percibir como tal, con sus semejanzas y sus diferencias, por qué dificultar, por qué entorpecer, por qué queriendo divulgar el hallazgo de un hecho, de “El Hecho” por antonomasia de la Ciencia, como es la Evolución por selección natural, se trabaja de una forma tan contradictoria, llenando los hechos digamos “puros”, de la Naturaleza con subjetividades como justicia, crueldad, ingenuidad... Hasta cuando mencionamos los “hechos de la Naturaleza”, con sus mayúsculas, la estamos personificando.
Pongamos otro ejemplo, el de la archiconocida mimetización: La araña que se disfraza de mosca. El insecto palo, la mariposa que parece un búho, el camaleón y las hojas, en fin...
Seguirán hablándonos de lo listos que son, qué sagaces, qué hábiles. Pero vamos a ver (leer esto como si lo dijese Quique San Francisco), ¿hay una elección consciente, voluntaria, hay un plan? ¿Se levantó la araña juguetona, con ganas de disfrazarse esta mañana? ¿Por qué no explicar sencillamente la verdad de que la araña nació así?
Cuando me pregunto por qué no basta con decir que lo propio en la naturaleza es la diversidad, porque las especies surgen por alteraciones genéticas de otras, y que la mariposa no desarrolló los anteojos de búho en las alas para sobrevivir, sino que las que nacían con esa alteración sobrevivían y seguían produciendo esa característica, mientras que las otras eran comidas y su variedad se extinguía... me respondo que es por dinero.
¿Dinero? Sí, dinero. Convierten el interés por el saber en un producto audiovisual... que cuesta dinero producir. Además, no son los únicos que quieren divulgar ese saber, por lo cual compiten con otros. ¿Qué hacer para resultar más atractivos que los otros? ¿Cómo conseguir la atención, los contratos financieros, las subvenciones, la publicidad... los premios? La respuesta es obvia, y muy humana: El Drama. Venden la naturaleza como un drama. El hombre es un actor en el gran teatro del Mundo, decía Shakespeare, así que dicen que los animales, las plantas y demás familia, son también actores, estrellas, secundarios, de reparto, extras y hasta cameos.
¿Por qué hacerlo? Porque del mismo modo que está en nuestra naturaleza convivir, comprender y entendernos con nuestros semejantes (como son nuestros semejantes nos enseñan algo de nosotros mismos, como hacemos mediante un blog), así utilizan a la naturaleza para hacerla atractiva a nuestra perspectiva humana.
Pero, francamente (sigo con Quique), dejad de venderme la moto con el astuto tiburón y la sagaz araña, y no sigáis jodiendo el buen nombre y el prodigioso hallazgo de Charles Darwin. Devolved a la naturaleza su falta de pasión, su falta absoluta de justicia, y si queréis promocionar el espectáculo de un buen drama, producid un montaje rompedor de Los Miserables, por poner un ejemplo.