jueves, 2 de julio de 2009

Eres afortunado









Hubo un tiempo en que no existían las naciones, ni los estados. Sólo los pueblos. Los hombres se movían por la tierra para ocuparla toda. Se extendieron por paisajes diversos, y adaptaron su vida a los climas bajo cuyo cielo caminaron.
Muchas veces guerrearon por hacerse dueños del mismo territorio. Otras veces pudieron permitirse compartirlo. En las tierras más frías hablaron con más consonantes. En las más cálidas, con más vocales. Sus pieles y sus rasgos se diferenciaron porque los mejor adaptados sobrevivían en mayor número: en los lugares cálidos, los más morenos; en los lugares fríos, los más pálidos.

Pero los hombres nunca dejaron de moverse por la tierra, y aunque se asentaron para cultivarla, y obtuvieron bienestar, nunca dejaron de estar en contacto, y siempre fueron conscientes de lo que les diferenciaba y de lo que les asemejaba. Aparte de temerse y enfrentarse, también apreciaban a los viajeros, a los exploradores. A los que aprendían a hablar las lenguas de los Otros. Eran hombres que abrían puertas, y hacían el Mundo más cercano, porque mitigaban el temor y la desconfianza.

Hubo un tiempo en que unos hombres de piel blanca y cabellos lisos del color del trigo partieron para desembarcar en estas orillas desde una tierra más al Norte. Fue la misma época en la que más al Sur de aquí muchos hombres de piel oscura y cabellos rizados huyeron del desierto emergente. Y fueron sus nietos, o quizás sus bisnietos, los que se encontraron en este lugar. Puede que a medio camino de donde pretendían llegar… puede que justo en el sitio exacto. En su contacto, mezclaron su sangre. Muchas veces a la fuerza, algunas quizás por amor, ¿por qué no?
Además de con sus armas, viajaban con sus palabras, sus dioses, su arte y su música. Y a veces la compartieron, a veces la impusieron, y a veces se mezcló.

Tú eres hijo de esa mezcla. Tienes el cabello trigueño, los ojos verdes, la piel morena, y la sangre mora y celta. Eres de un puerto atlántico. Un puerto es una puerta. Recibe y despide a los hombres, que no han cesado de viajar durante milenios
Buscándose
Encontrándose
Conociéndose
Conócete a ti mismo
Cruza la puerta
Viaja